lunes, 13 de junio de 2011

Mi primo, mi cliente... Y el mejor polvo

Lo que voy a narrar es real. Quiero compartirlo porque sé que a muchos puede excitar, aunque también quiero desahogarme. Llevo un año sin trabajar como acompañante. Hace un tiempo, a través de mi trabajo, conocí a alguien muy especial que me convenció de salirme de ese mundo.
Lo cierto es que trabajé durante dos años dama de compañía, y cuando llevaba 5 meses en el oficio, recibí una llamada de un cliente, tal como cualquier otro. Me dijo que me había contactado a través de la web. En la página, aparecía una foto mía muy sexy de espaldas, en la que difícilmente alguien daría con mi identidad. Quedamos de vernos a los dos días, es decir un lunes. Según su tono de voz, pude inferir que era joven, o al menos eso parecía. Acordamos que él vendría a mi apartamento,le di las indicaciones para llegar. Muchos hombres consideran que es una ventaja el hecho de no tener que pagar un hotel o conseguir un sitio.
Ese lunes me levanté, hice mis labores rutinarias (ir al gym, luego a clase de 2pm) y regresé a mi apartamento para prepararme y recibir a mi cliente. Me bañé, me depilé, me puse ropa interior negra muy transparente y un vestido strapless negro muy corto y muy ceñido. Ordené un poco y cuando eran las 8 pm, supuse que estaba por llegar. Así fue, 10 minutos más tarde sonó el citófono. Oprimí el interruptor para que la reja de abajo se abriera, mi apartamento no tenía portería. Minutos después tocaron a mi puerta, me apresuré a abrir sin pensarlo y... Fue en ese momento que me llevé la más increíble sorpresa. Quién iba a pensarlo, era nada más y nada menos que uno de mis primos, tenía 4 años más que yo que en ese entonces tenía 21. Era alto, delgado, de cabello negro liso hasta los hombros. Siempre usaba leñadoras y tenía un look muy descomplicado, barba de un par de días. Era vocalista de una banda de rock alternativo que tenía reconocimiento local.
 No pude disimular la sorpresa, aunque juro que por un segundo, llegué a pensar que él no tenía nada que ver con el cliente que había estado esperando y que simplemente había pasado a visitar... Pero era muy poco probable, no sabía dónde vivía y tampoco teníamos una relación de primos muy estrecha como para que fuera llegando a visitarme de sorpresa, y menos justo en el momento en que acabo de hacer pasar a un cliente. Lo saludé por inercia, me puse nerviosa y sólo pensaba “qué hago, qué hago, qué me invento”... él sí que menos pudo disimular su sorpresa, le tembló la voz al saludarme y llamarme por mi nombre real. Un momento después le hice pasar, le dije que se sentara. Yo mientras seguía pensando qué decirle y esperaba que él pudiera comenzar diciendo algo. Le ofrecí vino y no esperé a que aceptara, me paré a servirlo de inmediato.
Él seguía sin pronunciar palabra, lo cual me tenía más nerviosa. Le entregué la copa, la recibió. Me senté a su lado en el sofá y cuando estaba a punto de decirle cualquier tontería, me sorprendió diciendo: “estás preciosa”. Sonreí y me sentí un poco aliviada. Mil cosas se habían cruzado por mi mente, no sabía si explicarle por qué trabajaba en eso, si él iba a querer irse... en fin. Me tomé el vino rapidísimo. Me disponía a explicarle las razones que me habían llevado a ser una puta, pero en ese momento me dijo: “estaba pensando, y no tienes qué darme explicaciones. Sé que eres mi prima, pero aún así no veo de malo que estemos juntos hoy... Después de todo fui yo el que te buscó, y si estás de acuerdo, me gustaría tener sexo contigo.” Yo me sorprendí por sus palabras, que al mismo tiempo me reconfortaron. Había estado esperando que me dijera eso. La verdad, en ese preciso momento, me excitó la idea de estar con un miembro de mi familia. Pese a lo incómoda que podía resultar esa situación, estaba empezando a sentirme mucho más a gusto.
dijo mi primo: “ Te confieso algo. Siempre me has parecido muy sexy, aunque nunca me imaginé la posibilidad de hacerlo contigo, sólo te veía como la prima más sensual de la familia, pero nada más”. Me causó gracia su comentario. Yo seguía muy nerviosa, pero cada vez más emocionada. Le dije que sí, que no habría nada de malo en hacerlo. Para el momento mi primo me estaba resultando muy atractivo, y mucho más la situación como tal. Nunca me esperé que algo así me ocurriera.
 Me acerqué lentamente hacia su lado, él me rodeó con su brazo. Aún no se terminaba su copa de vino, que sostenía con la otra mano. Bebió un sorbo, se acercó a mis labios y me trasladó el contenido del vino dentro de mi boca. De inmediato sentí un estremecimiento. De un trago se terminó el vino y puso la copa en una mesita. Empezó a acariciarme la pierna y me dijo que tenía piernas hermosas. Siguió besándome en la boca (cosa que muy poco acostumbro hacer con clientes) le correspondí con besos muy apasionados, y ya pude sentir la humedad en mi cuquita. Le mordí suavemente los labios y nuestras lenguas luchaban con mucha pasión. Empecé a besarle el cuello y luego a lamérselo. Él hizo lo mismo conmigo, mientras buscaba el cierre de mi vestido. Lo encontró y lo bajó, yo le acariciaba la espalda por debajo de su camisa. Quería prolongar el momento porque estaba muy excitada, como cumpliendo una fantasía que apenas acababa de imaginar.
Pronto mis tetas quedaron al descubierto, pues no tenía brassiere. Dijo: “mmmm, qué delicia, provoca mordisquear esos pezones rosaditos”... Sus palabras me excitaron, él me agarró las tetas con sus manos, jugueteó con ellas, le dio pellizcos a mis pezones. Me dijo que las tenía muy grandes, y se lanzó a chuparme el pezón. Eso me puso como loca y comencé a dar pequeños gemidos. Me encantó cuando pasó al otro pezón y lo mordió con suavidad, siempre me ha excitado mucho que me muerdan los pezones. Me dio besos por todas partes, terminó de bajarme el vestido. Hizo una exclamación al ver mi tanga transparente. Podía verse a través de la tela mi cuquita bien depilada. Esto le excitó mucho, se puso de pie y él solito se quitó toda la ropa. Quedó desnudo y me gustó lo que vi, un buen cuerpo, tonificado, y lo mejor: un pene grande como me gustan, rosado, ya casi completamente erecto. Sentí deseos de chupárselo y me acerqué, se lo acaricié un poco, comencé a masturbarlo despacio, lo miraba a los ojos, él me tocaba las tetas, hacía gestos de placer, le di un besito en el glande y luego lamí el tronco, aún no lo llevaba completamente a la boca. En ese momento, me gustaba pensar que se trataba de mi primo, sí, el mismo hijo de mi tío. Me excitaba muchísimo la idea de que fuera un familiar, de estar practicando incesto. Era algo que no sabía que podía excitarme hasta que lo viví. Me introduje su pene a la boca y comencé a chupar. Sentía cómo crecía y se endurecía. Se lo estaba succionando, cuando me detuvo. Me quitó la tanga y dijo: “qué rica la tienes, con labios carnuditos, rosadita, mmmm”... De inmediato se la acercó a la boca. Me dio besitos, empezó a lamerme y yo me quería morir de la excitación. Me acariciaba el clítoris con la nariz, mientras que daba lengüetazos en la entrada de mi vagina. Separaba mis pliegues con sus dedos, me succionaba, me chupaba, con su otra mano daba movimientos circulares en mi clítoris, me lamía de arriba hacia abajo, introducía con fuerza su lengua en mi cavidad, me apretaba con sus labios, luego me escupió y siguió chupándome, introdujo un dedo en mi vagina, luego dos, tres... Me follaba con los dedos, pasó a lamerme la zona del perineo, luego el ano, y regresaba a mi vagina que estaba ya demasiado mojada... En fin, muchas cosas. Les aseguro que el mejor sexo oral que me hayan dado. Me hizo venir delicioso, sentí las contracciones en mi vagina y la explosión en el cerebro. No me esperaba eso para nada. Sentía muchos deseos de ser penetrada así que le dije “métemelo”. Él entonces me dijo: “pónte en cuatro”. Le obedecí. Levanté el culo, él separó mis nalgas y me dio otra lamida en el ano. Gemí, él entonces introdujo un dedo en el ano, creería que el dedo meñique. Puso la cabeza de su pene en mi vagina y comenzó a frotarla, yo nada más quería que me lo metiera, mientras me concentraba en pensar que se trataba de mi primo. Empujó el pene despacio, lo sentí demasiado rico, se abría paso delicioso. Seguía con su dedo en mi ano, era una sensación increíble, me agarraba las nalgas con fuerza, me dio una palmada en una nalga. No había ni empezado a bombearme cuando se salió de mí, me dijo que lo cabalgara. Se sentó, yo me puse encima de él con una pierna a cada lado. Me agarró de la cintura y me chupaba las tetas. Me introduje su pene, ayudándome con una mano. Apenas fue en ese momento que me di cuenta de que no estábamos usando condón, tal era mi excitación que lo había omitido por completo, pero no estaba dispuesta a detenerme. Comencé a cabalgarlo como loca, quería venirme de nuevo, me tocaba el clítoris y daba sentones muy rápido, me movía de forma circular, ambos respirábamos fuertemente. Me pidió que me detuviera, me levantó y me acostó en el sofá. Me dijo que ya no iba a aguantar mucho más, que si lo dejaba venir adentro. Le dije que sí, que no estaba en mi momento de ovulación.Se puso sobre y empezó a penetrarme como loco, jadeando mucho, de inmediato me vine de nuevo, gemí y pegué un grito. Él seguía dándome, sentía que se iba a venir en cualquier momento, y así fue. Disparó su semen caliente dentro de mí, pude sentirlo. Dio varios empujones más. Yo estaba que no me lo podía creer, había sido delicioso, no podría arrepentirme. Sacó su pene y se dirigió directamente al baño, que le señalé con la mano. Yo me quedé ahí, tratando de asimilar lo que había acabado de ocurrir. Me follé a mi primo, y fue de los mejores polvos que haya tenido, y definitivamente el mejor con un “cliente”.
Esa noche me pagó, se fue y me dijo que le había encantado, que había quedado como loco, que quería volver a verme. La próxima vez no le cobré, y así lo hicimos unas 5 veces más, en las que hubo mucha variedad, sexo anal y juguetes.

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